Mi pareja, la aspiradora y yo…

11 marzo, 2016

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Puede que al leer el título de este post uno no entienda bien cuál es la idea, pero voy a hablar de algo tan viejo como el pantalón de pana. Y es que a pesar de estar en el año 2016, hay muchas cosas para las que apenas hemos evolucionado. Me estoy refiriendo al inquietante y maravilloso mundo de las tareas domesticas y las parejas.

Resulta sorprendente que el 95% de las mujeres que acuden a consulta, independientemente de cuál sea la problemática por la que vienen, ansiedad, inseguridad, sexo, pareja, maternidad, alimentación, cuando nos ponemos a escarbar un poco, casi siempre me topo con lo mismo “en casa el peso recae sobre mí, yo lo hago prácticamente  todo, el pasa la aspiradora de vez en cuando y baja la basura”, y lo mejor de todo es que ¡¡¡lo ven normal!!!. Nos hemos acostumbrado a que esos sean nuestros roles y de ahí no podemos salir. Y por si fuera poco esto le ocurre a la mujer mayor, pero también a la joven, estudiada y que trabaja fuera de casa. Y sí, somos todos muy modernos, muchas tecnologías, muchas operaciones de estética pero al final en cuanto a la casa se refiere los papeles no han cambiado mucho con respecto a los que tenía mi abuela.

Está claro que partimos de concepciones distintas. La mujer (voy a hablar siempre en general, así que nadie se me ofenda por dios) suele ser más detallista y observadora, por eso nos parece increíble que él no recoja unos calcetines que llevan una semana tirados en su lado de la cama y que dejamos ahí a propósito con la finalidad de que  los recogiera, y ante el grito de “¡¿pero no los has visto?!” su respuesta sea “¿ si no he visto qué?”. Para la mujer eso es impensable. Al igual que no nos coge en la cabeza que no se haya dado cuenta de que las cortinas son nuevas o que la niña si lleva un vestido, la chaqueta a poner no es la del forro polar.

Digo todo esto porque no puedo pretender que mi pareja sea consciente de algo cuando la solución siempre se la doy yo. “Es que tarda tanto en hacer las cosas que al final lo hago yo”, “es que es un desastre”, “ya lo hemos hablado pero como si nada”. Claro que hay que hablar las cosas, pero si él se encarga de algo, se encarga él, no voy yo detrás cual madre hace con su retoño y sobre todo y bajo ningún concepto lo hago yo, porque si no, ya la hemos fastidiado. Realmente el tema de la cosa es importante, asi que valora primero tú misma lo que haces,no lo normalices ni infravalores, asi demuestras que no te quieres y eso no ayudará a que las cosas se arreglen. Y lo sé, lo sé, también los hay muy cucos, con lo de “es que eres una exagerada, para mí la casa está bien, no sé porque te pones asi” solucionan la papeleta dando a entender que el problema lo tiene el otro.

A veces somos muy exigentes y pretendemos que nuestra pareja tenga la misma iniciativa que yo y que le importe la casa lo mismo que a mí. Pero vamos a ver, quizá me estoy excediendo un poco en la petición. Lo importante es que haya un equilibrio en lo que hacemos los dos (cosa complicada porque ya no se trata de hacer, si no de pensar lo que hay que hacer, lo que hace falta, las camas no se cambian solas y las toallas no aparecen limpias, secas y colgadas por arte de magia), pero a veces incluso es bueno que los dos tengamos distintos puntos de vista pues quizá eso me pueda ayudar a mi a aflojar un poco el ritmo.

Igual que habitualmente la mujer no ve el sexo igual que el hombre, no le da la misma importancia (repito, generalizo), y suelen ser ellos lo que tienen que adaptarse a nuestro ritmo, tampoco es justo que sea siempre el hombre el que tiene que adaptarse a todas nuestras visiones. Por eso si no llegáis a un acuerdo en cuanto al hogar se refiere, una de dos, o contratáis a alguien o pide la hoja de reclamación a los padres de tu pareja, está claro que no leíste bien la letra pequeña.