Si eres un padre o una madre que quiere y se preocupa por sus hijos y su educación, probablemente ronde por tu cabeza de vez en cuando la cantinela de “¿lo estoy haciendo bien?”, pero la pregunta que en un principio parece inofensiva tiene trampa, ya que la respuesta la sabes incluso antes de hacerte la pregunta, y solemos ser tan exigentes con nosotros mismos que ésta suele ser NO. Y digo yo, en esa valoración incluyes las noches sin dormir, los momentos de juego aunque estes agotado, todas las veces que hablas a tu hijo con amor aunque él este chillando, los besos y abrazos o sólo tienes en cuenta ese grito que diste, el cachete que se te escapo o el pensamiento de “¡ya no puedo mas!», porque vamos, el que no haya caído alguna vez en esto último que acabo de decir, que tire la primera piedra.
En Cips Psicólogos queremos compartir contigo algunos errores que en ocasiones cometemos los padres sin darnos cuenta. Pero antes de seguir escribiendo quiero dejar algo claro, y es que cuando leemos sobre niños, es muy fácil ir a la caza del error y “¡ay es verdad, cómo puedo estar haciéndole esto a mi hijo…cómo no me he dado cuenta…si es que soy mala madre!” y casi si me apuras aparece media lágrima en el canto del ojo y una culpa tan grande que me deja echo polvo. No, no, no, no. Intentemos hacer otra lectura, y es que es importante conocer y saber qué puedo cambiar, ya no porque lo este haciendo mal, si no porque quiero hacerlo mejor.
1.-Creer que los demás, otros padres, profesores, familiares, me están juzgando como padre. Si sí lo pienso, seguramente sea mucho más extremista en las reacciones que tengo con mi hijo, seré muy duro o muy blando. Qué alguien me juzga, puede ser, hay gente para todo, pero el que realmente lo está haciendo eres tú mismo, y si la persona que tengo en frente también es padre, seguro que ya ha vivido lo que te está ocurriendo y te entiende mejor de lo que crees, o sólo me ha pasado a mí el tener que recoger a mi hija del suelo con una perreta tremenda porque no quiero montarse en la silla, seguro que no eh, y yo como madre, bastante tengo con mirar para mí como para andar pendiente de lo que hacen los demás.
2.-Comparar a mi hijo con su hermano, otro niño, primo, etc. Todos sabemos por experiencia propia que las comparaciones son odiosas, sólo sirven para hacerme sentir pequeño y que hay algo que hago mal, con lo cuál la autoestima de tu peque se debilitará y aumentará el enfrentamiento, la distancia y la competición con su hermano.
3.-Pensar que constantemente me toma el pelo. Cada uno conoce a su hijo, está claro, pero normalmente ese pensamiento descansa sobre el miedo que yo como padre puedo tener a perder el control “y si acabamos como los de hermano mayor…”. Tu hijo y tú valoráis las cosas de diferente manera, lo que para ti es perder el tiempo, para él es jugar, y las mil veces que le dijiste que recogiera, que hasta ya pensaste que igual el chiquillo no oía bien, aunque parezca increíble (doy fe cual notario) puede que sólo escuchara una voz de fondo pero le parecía mucho más entretenido lo que estaba haciendo, o sí, simplemente no le apetecía. Pero digo esto, para que nos demos cuenta de que no tiene que haber siempre desobediencia ni mucho menos maldad en la reacción de nuestros hijos.
4.- Quererlo de forma condicional. Este va unido al anterior, ya que si me dejo llevar por el miedo a que mi hijo se me suba a las barbas, puedo usar el amor como recompensa y la obediencia del niño será entonces el resultado del miedo a no conseguir la aprobación de los padres. Que yo quiera a mi hijo, no significa que él lo sienta. Que las cosas por hacer y los horarios no vayan siempre primero que él, pospón de vez en cuando las conversaciones del móvil, los recados y las tareas domésticas, el tiempo pasa y él no dejará de crecer.
Y sobre todo, tú eres su padre, su madre, nadie lo va a querer como tú, siempre vas a ser fundamental para su vida, asi que nada de tirar la toalla ni venirse abajo. ¡Mucho ánimo!