Cuando hablamos de acoso escolar es fácil caer en ciertos mitos que sirven únicamente para infravalorar el problema.
“Es algo que ha pasado siempre; a todos en algún momento nos han insultado y aquí estamos”. Todas las conductas violentas, absolutamente todas, no son “normales”, no llevan a una convivencia “normal”. Que haya ocurrido no significa que esa sea la razón para mirar hacia otro lado y no darle la importancia que tiene. Si tu hijo o hija estuviese siendo la víctima, y entre lágrimas te dijera que no entiende por qué le pasa eso, qué tiene de malo para que le insulten, le agredan, le quiten las cosas o le ignoren y no quieran jugar con ella, no creo que tu respuesta fuese “no pasa nada, es algo que ha ocurrido siempre”.
“Son cosas de críos, no hay que darle importancia”. Es cierto, es cosa de críos, pero son chavales/adolescentes que se están formando como personas. Su autoestima, la imagen que tienen de ellos mismos y del mundo se verá totalmente quebrantada si la violencia verbal o física aparece de forma temprana en sus vidas. Y eso puede arrastrarles a sufrir serios problemas de inteligencia emocional a lo largo de su vida (alto nivel de ansiedad, baja motivación de logro, déficit de autoestima, síntomas depresivos, pensamientos de suicidio).
“Sólo ocurre entre niños problemáticos”. Por desgracia nadie está libre de esto. Cualquier alumno o alumna puede ser “víctima” o “acosador”; puedo conocer a mi hijo en casa pero desconozco lo que realmente hace en clase, por ello hay que estar atento y romper con los estereotipos, eso sólo lleva a un retraso en la detección del acoso.
A todos los que tenemos hijos en edad escolar es normal que en algún momento presente, o futuro, nos preocupe el tema del “bulling”, por eso quiero darte a ti padre, madre o profesor algunos indicadores que pueden señalar la existencia de una situación de acoso escolar.
Si mi hijo o hija:
– muestra frecuentemente tristeza
– pasa muchas horas solo y no quiere pasar tiempo con amigos
– abandona bruscamente actividades que antes realizaba con amigos
– habla poco del colegio
– ha empeorado su rendimiento escolar
– presenta síntomas psicosomáticos el domingo
– evita ir a excursiones o fiestas del cole
Si tu alumno o alumna:
– empieza a faltar a clase de forma continua
– muestra nerviosismo al participar en clase
– sus compañeros se mofan de sus participaciones en clase
– prefiere decir que no ha hecho los deberes aun siendo mentira antes que leerlos delante de sus compañeros
– en el recreo suele estar solo
– sale el primero o se va el último
Si el niño muestra estos síntomas probablemente lo esté pasando muy mal en un momento de su vida en el que vivir con miedo no debería de ser ni por asomo una de sus realidades diarias. Por eso observa, escucha y educa sin sobreproteger a tu hijo para que no sea ni víctima, ni acosador ni observador pasivo.