Han pasado 20 años, que se dice pronto, de mis exámenes de selectividad. Y me resulta curioso que aún hoy, tanto tiempo después, aún puedo recordar vívidamente las sensaciones que me invadían en los días y horas previas a realizar los exámenes que marcarían en parte mi futuro profesional. Sentimientos encontrados, por un lado deseos de parar el mundo y tener más y más horas para poder estudiar y por otro lado deseos de poder mover el reloj más rápido para terminar cuanto antes con aquella especie de tortura que durante meses me llevaba atemorizando. Y lo curioso es que han pasado los años y aún cuando miro a los jóvenes que hoy día tienen que enfrentarse a la dura prueba de la selectividad aún veo en sus ojos el miedo, la ansiedad, la irritabilidad, las horas sin dormir, los dolores de estomago y los pensamientos del tipo…»voy a suspender», «no lo conseguiré», «no entraré en la carrera que quiero»…..y eso ¿por qué?, ¿por qué nos sigue invadiendo la ansiedad ante los exámenes?
La ansiedad aparece cuando nos enfrentamos a una situación que evaluamos como peligrosa, una situación que puede provocar un cambio no siempre positivo en nuestra vida y que además puede ser definitivo. Y es entonces cuando empiezan a aparecer en nuestra mente pensamientos atemorizantes, anticipatorios, que nos amargan el presente y provocan multitud de desagradables y variadas emociones y respuestas fisiológicas que nos paralizan y hacen sufrir. Y aunque el estrés en su adecuada medida es una reacción normal y positiva que moviliza los recursos del organismo para afrontar los desafíos que nos plantea la vida y que adecuado y regulado contribuye positivamente a la concentración, en algunas ocasiones la ansiedad deja de ser adaptativa y se convierte en un inhibidor del rendimiento, entorpeciendo la capacidad de atención y concentración.
Cuando esa ansiedad incapacitante aparece debemos de tener recursos para poder hacerle frente. En primer lugar es muy importante aprender a relajarse. Cualquiera de las técnicas de relajación que existe puede ser adecuada para controlar las manifestaciones fisiológicas de la ansiedad. La respiración relajada, la relajación muscular progresiva o las actuales y muy utilizadas técnicas de mindfulness pueden ser una alternativa.
Es también muy importante, aprender a controlar nuestros pensamientos. Debemos tomar conciencia de cómo es nuestro discurso interno, de como nos hablamos a nosotros mismos y qué tipo de exigencias nos hacemos ante un examen. Es importante cuestionar y desmontar la validez de tales pensamientos negativos, plantearnos de que nos sirve pensar así y tratar de sustituir esos pensamientos por otros más positivos y que no produzcan malestar.
Por último, cuidar ciertos aspectos de la vida cotidiana como realizar ejercicio físico, mantener una alimentación sana y equilibrada, no abusar de sustancias estimulantes y descansar al menos 7 horas al día son también aspectos a tener en cuenta.
Trata de mantener una buena confianza en ti mismo, en tu capacidad para lograr tus metas y relativiza las consecuencias de una mala calificación y si aún no has realizado los exámenes ¡¡¡¡ muuuuucha suerte !!!!